Como músico (de hecho no creo serlo, sino simplemente un tipo que suele tocar la guitarra en una banda) no me puedo considerar un baúl de anécdotas, porque mi experiencia es escasa. No solo por edad. En estos cinco años de “banda estable” no fueron muchas las veces que salimos a tocar. Un defecto quizá. La cuestión es que en las contadas noches (habrán sido 20 como mucho) han surgido situaciones, anécdotas y recuerdos que son dignos de plasmarlos. Al menos para los que participamos en ellas.
Lenguas, Muerte y Resurrección (Junio-Julio 2006)
Corría junio de 2006. Hacía mucho que no tocábamos. Meses de ensayar sin una fecha en el horizonte. Un martes recibí el llamado de “Patita”. Para quienes no saben, es un amigote que hace las veces de “manager” de la banda. Consigue fechas, opina y colabora con ideas como los que nos subimos al escenario. El llamado era determinante. “El viernes tienen una fecha”. Perfecto, dijimos. El lugar era Raiken, un sucucho de Laferrere en el que habíamos tocado el año anterior. Ese viernes salio todo perfecto. Fue mucha gente, ya que hacia mucho que no tocábamos. Hicimos tal campaña que juntamos a un montón de amigotes que fueron hasta la loma de la cola a vernos.
Tocamos bien, fue una gran fecha. Este hecho hizo que inmediatamente arregláramos una fecha para el mes siguiente en el mismo lugar. Confiados en que las cosas iban a salir igual o mejores que ese noche.
Nada más lejos que la realidad. Fue un desastre. Tocamos mal, tuvimos muchos problemas con el sonido. Nuestra deficiente consola de 8 canales dejo de funcionar por momentos. Nuestra performance fue mediocre y volvimos a casa disgustados. Casi humillados y derrotados frente a nuestra soberbia, que impidió que nos tomemos la fecha en serio y brindemos un buen set de música.
Todos los miembros de la banda coincidimos en que esa fue la peor fecha que hicimos.
La revancha estaba a días. Pero mucha fé no nos teníamos. Nuestro ego estaba por el suelo…
Ese jueves, íbamos a tocar nuevamente, en Ituzaingó. Nos invitó una banda amiga. Nosotros abriríamos la noche. Sólo ocho personas de nuestro entorno se acercaron hasta allá. El resto (un local bastante colmado) era gente del lugar que jugaba al pool en las muchas mesas que había (el lugar se llamaba, para colmo “El Pool”). Además había mucha gente que fue a ver a la segunda banda.
Como primer aliciente notamos que el sonido era muy bueno, superior a muchos con los que habíamos tocado. Por lo tanto, teníamos una a favor: no íbamos a estar rogando que la bendita consola no se apague, ni que los acoples nos perforen los oídos, y nos confundan los dedos.
Fue buenísimo. Tocamos relajados, prolijos. Sonó bien (por fin!). Y lo mejor de todo ocurrió cuando promediaba un tema que tenemos que se llama “Lenguas Abrasivas”, del que salió el nombre de la banda. El tema es una pequeña suite de doce minutos, con una sección instrumental final, que abarca la mitad del tema. Disfrutamos mucho haciendo ese tema, porque nos permite abstraernos del entorno. Tiene diferentes climas y requiere que estemos atentos a lo que hacemos.
Mi puntual recuerdo se refiere a esa segunda parte del tema, instrumental. Hasta ese momento de la noche, estábamos tocando para un puñado de personas dispuestas frente al precario escenario. Una veintena de tipos estaban atentos a Lenguas. El resto del local estaba abocada a jugar al pool, poco atentos al escenario. Nosotros tocábamos con igual pasión para 3 amigos o para 100. Eso no era problema.
La cuestión es que en un momento determinado, durante Lenguas, levanté la cabeza. Y lo que vi me llenó de orgullo, si se quiere. En las mesas de pool las bolas no se movían. Y los otrora jugadores se encontraban todos mirando el escenario, con sus tacos sobre el piso. Simplemente con música, logramos la atención de todo el local .Fue espectacular.
Terminado el set list, mucha gente se acerco a felicitarnos. Lo cual nos llenó de orgullo y nos hizo olvidar el bochorno de seis días atrás…
Lo más gratificante de hacer música, es conmoverse… y conmover a alguien. Yo no se si conmovimos a esa gente….no puedo meterme en su mente. Pero la imagen de las mesas de pool “stand By”, después de verlas en plena actividad, segundos antes, me quedó guardada como uno de los más lindos recuerdos que tengo como deambulador del under, under, under…
El Duque Negro (Contando de cuando era El Brujo)