viernes, 24 de agosto de 2007

Los Amigos



Aqui están, estos son. La banda de delirantes con las que el Duque Negro comparte fines de semana de locura. Alguno siguen de joda conmigo, otros no tanto. Pero puedo asegurar que esta manga de delincuentes son excelentes personas, a pesar de las caras. Dicho sea de paso, creo que el que más cara de enfermo tiene es el propio Duque (primero desde la izquierda, sentado, vestido de preso)


Desde arriba a la izquierda: Mauro, Morta, Lolo, Chuly, Pata, Gato, Duque, Negro G, Gomez, El Gordo, Negro T, y, de monja asesina, Nelson.


La gelatina de plata fue tomada en la ciudad balnearia de Miramar en el verano de 2004.


El Duque Negro

lunes, 6 de agosto de 2007

Recuerdos del under-under-under...under

Como músico (de hecho no creo serlo, sino simplemente un tipo que suele tocar la guitarra en una banda) no me puedo considerar un baúl de anécdotas, porque mi experiencia es escasa. No solo por edad. En estos cinco años de “banda estable” no fueron muchas las veces que salimos a tocar. Un defecto quizá. La cuestión es que en las contadas noches (habrán sido 20 como mucho) han surgido situaciones, anécdotas y recuerdos que son dignos de plasmarlos. Al menos para los que participamos en ellas.

Lenguas, Muerte y Resurrección (Junio-Julio 2006)

Corría junio de 2006. Hacía mucho que no tocábamos. Meses de ensayar sin una fecha en el horizonte. Un martes recibí el llamado de “Patita”. Para quienes no saben, es un amigote que hace las veces de “manager” de la banda. Consigue fechas, opina y colabora con ideas como los que nos subimos al escenario. El llamado era determinante. “El viernes tienen una fecha”. Perfecto, dijimos. El lugar era Raiken, un sucucho de Laferrere en el que habíamos tocado el año anterior. Ese viernes salio todo perfecto. Fue mucha gente, ya que hacia mucho que no tocábamos. Hicimos tal campaña que juntamos a un montón de amigotes que fueron hasta la loma de la cola a vernos.
Tocamos bien, fue una gran fecha. Este hecho hizo que inmediatamente arregláramos una fecha para el mes siguiente en el mismo lugar. Confiados en que las cosas iban a salir igual o mejores que ese noche.
Nada más lejos que la realidad. Fue un desastre. Tocamos mal, tuvimos muchos problemas con el sonido. Nuestra deficiente consola de 8 canales dejo de funcionar por momentos. Nuestra performance fue mediocre y volvimos a casa disgustados. Casi humillados y derrotados frente a nuestra soberbia, que impidió que nos tomemos la fecha en serio y brindemos un buen set de música.
Todos los miembros de la banda coincidimos en que esa fue la peor fecha que hicimos.
La revancha estaba a días. Pero mucha no nos teníamos. Nuestro ego estaba por el suelo…
Ese jueves, íbamos a tocar nuevamente, en Ituzaingó. Nos invitó una banda amiga. Nosotros abriríamos la noche. Sólo ocho personas de nuestro entorno se acercaron hasta allá. El resto (un local bastante colmado) era gente del lugar que jugaba al pool en las muchas mesas que había (el lugar se llamaba, para colmo “El Pool”). Además había mucha gente que fue a ver a la segunda banda.
Como primer aliciente notamos que el sonido era muy bueno, superior a muchos con los que habíamos tocado. Por lo tanto, teníamos una a favor: no íbamos a estar rogando que la bendita consola no se apague, ni que los acoples nos perforen los oídos, y nos confundan los dedos.
Fue buenísimo. Tocamos relajados, prolijos. Sonó bien (por fin!). Y lo mejor de todo ocurrió cuando promediaba un tema que tenemos que se llama “Lenguas Abrasivas”, del que salió el nombre de la banda. El tema es una pequeña suite de doce minutos, con una sección instrumental final, que abarca la mitad del tema. Disfrutamos mucho haciendo ese tema, porque nos permite abstraernos del entorno. Tiene diferentes climas y requiere que estemos atentos a lo que hacemos.
Mi puntual recuerdo se refiere a esa segunda parte del tema, instrumental. Hasta ese momento de la noche, estábamos tocando para un puñado de personas dispuestas frente al precario escenario. Una veintena de tipos estaban atentos a Lenguas. El resto del local estaba abocada a jugar al pool, poco atentos al escenario. Nosotros tocábamos con igual pasión para 3 amigos o para 100. Eso no era problema.
La cuestión es que en un momento determinado, durante Lenguas, levanté la cabeza. Y lo que vi me llenó de orgullo, si se quiere. En las mesas de pool las bolas no se movían. Y los otrora jugadores se encontraban todos mirando el escenario, con sus tacos sobre el piso. Simplemente con música, logramos la atención de todo el local .Fue espectacular.
Terminado el set list, mucha gente se acerco a felicitarnos. Lo cual nos llenó de orgullo y nos hizo olvidar el bochorno de seis días atrás…
Lo más gratificante de hacer música, es conmoverse… y conmover a alguien. Yo no se si conmovimos a esa gente….no puedo meterme en su mente. Pero la imagen de las mesas de poolstand By”, después de verlas en plena actividad, segundos antes, me quedó guardada como uno de los más lindos recuerdos que tengo como deambulador del under, under, under…

El Duque Negro (Contando de cuando era El Brujo)

miércoles, 1 de agosto de 2007

Temor, Miedo. Existir... para qué?


Estamos acá. ¿Para qué? Quien lo sepa, no dude en postear la respuesta. Muchas veces, surge preguntar si la vida termina acá, si empieza acá.... o si esto no es vida, y lo que es vida es lo que sigue... esta última opción, bastante optimista.
Lo cierto es que nos pasamos alrededor de 7o años vagando por este lugar. La vida terrenal suele durar eso, en el mejor de los casos, claro. No es novedad que la parca puede venir a buscarte antes, sin avisar. Pero no quiero hablar de la muerte. Quiero hablar de la vida.
A veces, la vida genera más miedo que la muerte. Eso es lo paradójico.
La muerte.... no la conocemos cara a cara. Pero sabemos como es... nuestros cuerpos son perecederos. Eso es una realidad ineludible, por más que la ciencia ficción se empeñe en generar espectativas con respecto a lo contrario. Nadie quiere contradecir a los mandatos de lo natural. Todos nacimos para algún día enfrentarnos a nuestro final material. Al menos en este plano. Y no es tan grave el final.
Lo grave es no transitar el camino por donde uno quiere transitarlo. Acá está la clave de lo que quiero expresar.
A veces caemos en el error de cuantificar la vida en años.... en edades, en ciclos de estudio y en períodos. Yo creo que la vida pasa a través de las experiencias. Vivencias que a uno le dejan huellas. De ellas aprendemos... cosas buenas y malas. Parece que justifico algo...jaja... pero no. Puedo asegurar que se aprenden más cosas de las pequeñeses de las andanzas... que de los grandes cambios.
Cuando menos te imaginas, pasan cosas que te satisfacen... más que los éxitos mundanos. Ahora estoy en un lugar que soñé de pequeño con tener: estoy en una habitación, rodeado de equipos, guitarras, baterías. Las paredes están cubiertas de cartón y fotos de artistas que admiro. El techo se encuentra oculto detrás de unas viejas frazadas, dispuestas para amortiguar altos decibeles que escupen grandes bafles. Y es lo que siempre soñé. Pasaran los años, y este lugar va a ser mi cueva... mi lugar. Por más que parezca un delirio de un adolecente de 15 años. Tengo 24 y sigo disfrutando de mi sala de ensayos como un píbe. Podre desarrollar muchas facetas de mi vida en otros ámbitos... no estudié para esto. Es cierto. Pero este rincón en el mundo va a estar siempre.
Acá voy a combatir los peores temores que me surgen en este extraño camino llamado VIDA. Camino que transitamos todos, sin excepción. Algunos con más aire, otros con menos.
Extraño camino, en el que los triunfos son efímeros... y las desgracias eternas. Si uno se deja encandilar por esta realidad, puede hipotecar su felicidad. La propuesta es identificar esos triunfos, mínimos a la percepción. Disfrutar de las pequeñas gratificaciones. Capitalizarlas. Estoy seguro que superan en número a las pérdidas, a las desgracias. Si podemos disfrutar de esos buenos momentos... no queda más remedio que sonreír...
Y si sonreís, nada malo puede pasar.

El Duque Negro